«Mi ayuda y mi libertador eres tú; Dios mío, no te tardes.» (Salmos 40:17b)
«No teman, rebaño pequeño, porque a su Padre le ha placido darles el reino.» (Lucas 12:32)
Oramos que nuestro Dios y Padre misericordioso preserve y amplíe nuestra libertad de alabarle y adorarle para vivir nuestra fe en Él de acuerdo con el alto llamado que Él ha puesto en cada uno de nosotros; que nuestro Creador preserve y amplíe nuestra libertad de criar y educar a nuestros hijos en el hogar conforme a Su voluntad, y que preserve y amplíe todas nuestras libertades otorgadas por Él mismo. Oramos que Dios levante más defensores de esas libertades y fortalezca a los que han estado alerta a través de los años.
“Ahora el Señor es el Espíritu, y donde está el Espíritu del Señor, hay libertad”. (2Corintios 3:17)
Oramos que la Verdad nos haga libres del poder de las tinieblas y que no seamos condicionados a estar confundidos, pues ya no reconoceríamos la Verdad.
Oramos que cada uno de los que viene a libertad, es lleno del Espíritu Santo y no vuelve atrás, sino que se afirma en Cristo.
En Cristo Jesús somos verdaderamente libres, y oramos que ninguno de los que viene a libertad vuelva a ser cautivo; oramos que sean cerradas las puertas de las prisiones.
Oramos que por medio de la perfecta liberación del poder del pecado que nos ha dado ya el Mesías, en Su nombre y autoridad y para la gloria de Dios Padre, hacemos Su voluntad de ser fructíferos, multiplicarnos, llenar la tierra y someterla; ejercer potestad sobre las criaturas de los mares y las criaturas que vuelan en el cielo, y sobre todo ser viviente que se arrastra sobre la tierra (Génesis 1:28); en amor, fidelidad y en sujeción a Cristo y en Su nombre gobernamos sobre Su creación, para gloria de Dios Padre y para el bienestar de toda la humanidad.
Damos gracias a Dios que por la autoridad de Cristo el Mesías podemos vivir con gozo nuestra libertad de pensar, la libertad de hablar, la libertad de soñar, la libertad de amar, la libertad de estudiar, la libertad para trabajar, la libertad para aprender, la libertad para vivir sin temor a ser esclavos de nuevo, porque cuando el Hijo nos liberta, somos verdaderamente libres en Él.
Damos gracias a nuestro Creador y Padre, quien es soberano y nuestra más alta autoridad, nuestro alto refugio y nuestro estandarte, y en sujeción a Cristo, nuestro deber y lealtad son primero a nuestro Padre Dios, luego hacia nuestra familia, luego hacia nuestros vecinos y en libertad trabajamos por el patrimonio familiar, antes que por intereses externos.
Damos gracias a Dios que nos ha dado la libertad de criar, formar y educar a nuestros hijos en amor y santidad, a nuestro propio ritmo de avance, conforme a Su voluntad y buen propósito.
Padre nuestro, te damos gracias porque nos otorgaste libertad para cumplir Tu mandato de trabajar con nuestros cuerpos y mentes, cultivar la tierra y maximizar sus bienes para nuestro bienestar, y por Tu propia autoridad y mandamiento nos proteges del robo, la codicia, la envidia y el egoísmo. Gracias amado Padre porque nada puede deshacer Tu ley eterna que protege lo que con esfuerzo y apropiación legítima adquirimos y negociamos con otros de acuerdo a Tu voluntad; ninguna voluntad espiritual o humana, ni la voluntad de ninguna cosa creada, ningún contrato social, ningún déspota o tirano, ni parlamento humano puede deshacer Tu ley.
Te damos gracias Padre nuestro porque nos otorgaste libertad económica y nuestra riqueza proviene de Ti y será una bendición para nuestros hijos y nuestras generaciones. Nos otorgaste autoridad para edificar no para tiranizar; somos bendecidos para bendecir, y por amor y fidelidad a Ti no cederemos ni una de las libertades que Tú nos has entregado.
«Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado.» (Isaías 26:3)
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Incomparable Eternal 